Como la industria trabaja para incrementar la eficiencia de la producción, también enfrenta la presión de bajar su demanda de agua. Esta práctica, mientras sea buena para el medio ambiente, puede llevar a una acumulación de materia orgánica en el sistema de producción, pudiendo dar una proliferación de bacterias potencialmente patógenas y aumentar los metabolitos tóxicos que pueden evitar que los animales desarrollen todo su potencial.